Qué hacer si tengo fiebre.


La fiebre es uno de los indicadores clínicos más antiguos de enfermedad, así como uno de los motivos más habituales de consulta médica en todo el mundo.

La fiebre suele aparecer en respuesta a una infección, inflamación o traumatismo. Si bien la elevación de la temperatura es un componente indispensable de la respuesta febril, no es sinónimo de fiebre.

La complejidad de la respuesta febril es atribuible a sus efectos multisistémicos orquestados por mecanismos endocrinos, neurológicos, inmunológicos y conductuales.

Temperatura corporal

La temperatura corporal está controlada, principalmente, por un centro termorregulador situado en el hipotálamo, una pequeña región del cerebro que mantiene la temperatura de los órganos internos entre 37 y 38 °C, a través de mecanismos de producción y pérdida de calor en constante equilibrio.

En individuos sanos, la temperatura corporal varía en función de varios factores ambientales y biológicos como la hora del día, el lugar donde se mide la temperatura, el nivel de actividad física, la edad, el sexo y la raza, entre otros.

Qué es la fiebre

En general, se acepta que la fiebre es un aumento regulado de la temperatura corporal por encima de las fluctuaciones normales que se producen a lo largo del día.

Este aumento de temperatura se produce como consecuencia de un cambio en el centro termorregulador de forma que los mecanismos de pérdida de calor se inhiben y la temperatura corporal aumenta. Sin embargo, la sensación subjetiva del paciente es de frío. Los escalofríos que a veces se producen son un mecanismo de los músculos para producir calor.

De forma primaria, la fiebre es una reacción defensiva del organismo. De este modo, cuando la temperatura aumenta, lo hace paralelamente a la capacidad del sistema inmunitario. Sin embargo, la fiebre se asocia a un mayor consumo de oxígeno y un aumento de las necesidades de líquidos y calorías.

Para detectar la presencia de fiebre se mide la temperatura corporal con un termómetro.

La temperatura corporal sigue un ritmo circadiano, pudiendo variar hasta 0,5 °C entre su punto mínimo (a las 6 h) y su punto máximo (sobre las 18 h).

Causas de la fiebre

Las infecciones, bacterianas o víricas son las causas más frecuentes de fiebre a cualquier edad. Sin embargo, existen muchas otras situaciones capaces de provocar un estado febril, como enfermedades autoinmunes o inflamatorias, reacciones alérgicas, traumatismos o cáncer.

Qué hacer frente a la fiebre

La fiebre, especialmente cuando se produce en el contexto de una enfermedad infecciosa, forma parte de la reacción normal del organismo, por lo que si no es demasiado elevada no hay motivo para combatirla de modo intensivo.

Algunas medidas para aliviar a la persona que tienen fiebre son: refrescarlo, beber agua de forma abundante y la medicación antitérmica, como el paracetamol, el iburpofeno o el ácido acetil salicílico.

Fiebre infantil

La fiebre es un síntoma muy frecuente en los primeros años de vida, por lo que existen muchos mitos sobre la fiebre en los niños. El aumento de la temperatura facilita la acción de las defensas del organismo frente a las infecciones, muy comunes durante la infancia, por lo tanto, no siempre es necesario tratar la fiebre.

Dónde medir la temperatura

Las zonas del cuerpo más adecuadas para medir la temperatura en los niños son las axilas, el oído, la boca y el recto.

En la axila la temperatura es menor que en el resto del cuerpo, por lo que por encima a los 37 °C ya se puede considerar fiebre.

En el oído la temperatura se aproxima más a la corporal que en la axila. Puede considerarse fiebre a partir de los 37,5 °C. Se debe tomar con un termómetro de infrarrojos.

En la boca. Se considera fiebre a partir de los 37,5 °C. Solo utilizar esta zona en niños capaces de sujetar el termómetro debajo de la lengua.

En el recto se obtiene la temperatura más elevada, muy próxima a la de los órganos internos. Se considera fiebre cuando la temperatura se acerca a los 38 °C. Se trata del método ideal para los bebés.

Fiebre infantil, cómo actuar

En un bebé menor de tres meses siempre hay que consultar con el pediatra. Por encima de esa edad, la temperatura no tiene por qué ser un problema, salvo que vaya acompañada de otros síntomas. Si no existe ninguna señal de alarma, se puede esperar entre 24 y 48 horas antes de consultar con el médico.

De este modo, el tratamiento con un medicamento antipirético con el único propósito de reducir la temperatura no está justificado.

Tampoco se recomienda bajar la fiebre con métodos como baños en agua fría, compresas de hielo, abrir ventanas o desnudar al niño. Este tipo de actuaciones puede aumentar las molestias asociadas a la fiebre.

Si surgen dudas, siempre se puede consultar a un pediatra online.

Cuándo consultar con el médico

Es recomendable consultar con el médico cuando el niño presenta palidez cutánea, se encuentra apagado, no sonríe o no juega como lo hace normalmente. También cuando al niño le cuesta despertarse más de lo habitual o tiene la respiración acelerada.

Fiebre del bebé: cuándo ir a Urgencias

Es recomendable llevar al bebé a urgencias cuando:

  • Presenta un bajo nivel de conciencia, debilidad, no responde a estímulos o no se despierta.
  • Tiene dolor de cabeza o rigidez en la nuca.
  • Tiene vómitos violentos.
  • Respira con dificultad o aceleradamente.
  • Presenta deshidratación (lengua seca, no orina, ojos hundidos).
  • Presencia de puntos rojos en la piel.

Medicamentos para la fiebre

Para bajar la fiebre se utilizan paracetamol (Apiretal) e ibuprofeno (Dalsy). Ambos se pueden dar en gotas, jarabe y el paracetamol también en supositorios.

En cuanto a los medicamentos para bajar la fiebre hay que saber que:

  • Los antitérmicos pueden bajar la temperatura 1-1,5 °C, por lo que el objetivo no es alcanzar la temperatura corporal normal.
  • El ibuprofeno se puede utilizar a partir de los seis meses de edad.
  • No dar paracetamol a un bebé menor de 3 meses (sin que lo haya indicado el pediatra).
  • No es recomendable utilizar antitérmicos para prevenir una posible reacción ante las vacunas.
  • El paracetamol se puede administrar cada 4 o 6 horas, y el ibuprofeno cada 6 u 8 horas. Consultar siempre las dosis adecuadas según el peso del niño.
  • Ni la temperatura máxima ni su disminución tras administrar un antitérmico sirven para orientar sobre la gravedad de la infección.
  • No combinar paracetamol e ibuprofeno. No hay pruebas de que alternarlos sea más eficaz para bajar la fiebre y se aumenta el riesgo de efectos adversos.

Si necesitas una consulta online, accede a todas las especialidades.

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